5/4/11

¿La solución está en las cuerdas? II. Ciencia, filosofía o deriva.

El gran problema de la ciencia moderna desde mediados del siglo XX ha sido cómo dar coherencia a las dos grandes teorías vigentes y absolutamente opuestas entre sí que explican el Universo: Relatividad, que describe los objetos más grandes del mismo, y Mecánica cuántica, que explica el mundo sub-atómico.

Si se realiza una regresión en la historia de nuestro Universo, aproximándonos paulatinamente al momento del Big Bang, es decir, si recreásemos un proceso de implosión donde el tamaño se contrae, las distancias se acortan y aumenta la temperatura, llegaríamos a un punto donde las influencias de ambas teorías se encontrarían una frente a la otra, provocando la gran debacle. Sería como tener dos códigos de circulación completamente diferentes para un mismo territorio. Es indispensable, por lo tanto, crear un código común.


Mientras que la Relatividad explica el funcionamiento de la gravedad, la mecánica cuántica ha dado coherencia a las fuerzas electromagnética, nuclear débil y nuclear fuerte, pero no ha encontrado sitio para la fuerza de la gravedad. Se necesita una ecuación que explique ambas caras de un mismo universo, una teoría del Todo, y eso es lo que han perseguido y creído encontrar los defensores de la Teoría de cuerdas en su innovadora visión de los elementos esenciales del universo como hilos de energía, no como partículas.


Unas ecuaciones de Euler, uno de los grandes matemáticos del s. XVIII, fueron el punto de partida para el nacimiento de la Teoría de cuerdas.

En 1968, Gabriele Veneziano, un físico italiano, se encontró con que aquella fórmula, que hasta entonces se había considerado una

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